Dante Alighieri

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    Información biográfica

  1. A Guido (Trad. de Clemente Althaus)
  2. Alabanza de Beatriz (Trad. de Clemente Althaus)
  3. Amor e'l cor gentil (Traducción de Carlos López Narváez)
  4. Con l'altre donne (Traducción de Carlos López Narváez)
  5. Divina Comedia Fragmento del Canto Primero (Traducción de Carlos López Narváez)
  6. Oltre la spera (Traducción de Carlos López Narváez)
  7. Saludo a Beatriz (Trad. de Clemente Althaus)
  8. Soneto XL (Traducción de Carlos López Narváez)
  9. Tanto Gentile(Traducción de Carlos López Narváez)
  10. Tutti li miei penser (Traducción de Carlos López Narváez)
  11. Vede perfettamente (Traducción de Carlos López Narváez)


Información biográfica
    Nombre: Durante di Alighiero degli Alighieri
    Lugar y fecha nacimiento: Florencia, Italia, c. 29 de mayo de 1265
    Lugar y fecha defunción: Rávena, Italia, 14 de septiembre de 1321 (56 años)
    Ocupación: Político, escritor, poeta, teórico de la lengua
    Época: Transición del pensamiento medieval al renacentista
    Movimiento: Dolce stil novo
Su obra más notable es la Divina Comedia (1303-1321), considerada una de las obras maestras de la literatura italiana y mundial.

Fuente: [Dante Alighieri] en Wikipedia.org

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    A Guido
      (Traducción de Clemente Althaus)

      Tú Guido, y yo con Lapo desearía
      Que fuésemos por alto encantamiento
      Puestos en un bajel que a todo viento
      A nuestra voluntad bogara y mía.

      Y ni mal tiempo o tempestad bravía
      Nos pudiese causar impedimento,
      Antes creciese en el común contento
      El deseo de estar en compañía.

      Y allí el encantador condescendiente
      También pudiese a nuestras damas bellas,
      Beatriz, Juana y la que Safo adora:

      ¡Y hablando allí mi amor eternamente,
      Tan satisfechas cual nosotros ellas,
      Se nos huyese un siglo como una hora!
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    Alabanza de Beatriz
      (Traducción de Clemente Althaus)

      Lleva en sus ojos al amor sin duda
      La que embellece todo lo que mira;
      Y tal respeto su presencia inspira,
      Que el corazón le tiembla al que saluda.

      Dobla él la faz que de color se muda
      Y sus defectos al sentir suspira;
      Huyen ante ella la soberbia e ira;
      ¡Oh bellas, dadme en su loor ayuda!

      Toda dulzura, toda venturanza
      Nace el alma del que hablar la siente;
      Mas, si en sus labios la sonrisa brilla,

      Se muestran tal, que ni la lengua alcanza
      Nunca a decir, ni a comprender la mente
      Tan nueva e increíble maravilla.
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    Amor e'l cor gentil
      (Traducción de Carlos López Narváez)

      Corazón y el Amor son una cosa
      Sola y gentil -el sabio lo ha dictado.
      Ninguno sin el otro ha palpitado,
      Que la razón no puede estar ociosa.

      Falla natura cuando está amorosa,
      Y Amor o el Corazón por un cuidado;
      Transcurra el tiempo breve o dilatado,
      Lo mismo en inquietud que si reposa.

      Si a la Bella se suma la Discreta,
      Y nuestra vista bebe su dulzura
      Colmando el corazón de ansia secreta,

      Del Amor al asedio que perdura
      Pidiendo estadio la Beldad nos reta
      Como bravo adalid en su armadura.
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    Con l'altre donne
      (Traducción de Carlos López Narváez)

      Otra ninguna mis pupilas llena;
      Y si las miro, no dudéis, Señora:
      Lo que disperso en otras enamora
      Vuestra beldad lo junta en gracia plena.

      La vuestra duda no será condena,
      Ni razón contra mí torturadora:
      Por tanta gallardía seductora,
      Tan fija a vuestro ser va mi cadena,

      Que a cuanto no es lo vuestro, fenecidos,
      Sólo en Vos mi pensar y mis sentidos
      Saben vivir su esclavitud gozosos.

      Y si en otras mudara alma y figura,
      Nuevo Luzbel sería, de la Altura
      Cayendo a los abismos tenebrosos.
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    Divina Comedia (Fragmento del Canto Primero)
      (Traducción de Carlos López Narváez)

      Del camino a mitad de nuestra vida
      Encontréme por una selva oscura,
      Que de derecha senda era perdida.
      ¡Y cuánto en el decir es cosa dura
      Esta selva salvaje, áspera y fuerte,
      Que en el pensar renueva la pavura!
      Tanto es amarga que es poco más muerte:
      Mas, para hablar del bien que allí encontrara
      Diré otras cosas de que fui vidente.
      Yo no sé bien decir cómo allí entrara;
      Tan lleno era de sueño en aquel punto
      Que el derecho camino abandonara.
      Mas luego, al ser al pie de un monte junto
      En donde daba término aquel valle
      Que aflicto en miedo el corazón me tuvo,
      Miré a lo alto, y vi que era en su talle
      Vestido ya de rayos del planeta
      Que nos guía derecho en cualquier calle.
      Fue entonces la pavura un poco quieta,
      Que en el lago del pecho aún me duraba
      La noche, que pasara tanto inquieta.
      Y como aquel que con cansadas ansias,
      Salido ya del piélago a la riba,
      Se vuelve a ver las peligrosas aguas,
      Así el ánima mía, aún fugitiva,
      Se volvió atrás a remirar el paso
      Que no dejó jamás persona viva.
      Cuando di algún reposo al cuerpo laso
      Aquella proseguí playa desierta,
      Tal que el pie firme siempre era el más bajo.
      Y he aquí, casi al comenzar la cuesta
      Una onza ligera y presta pronto,
      Que de pie maculada era cubierta:
      Y no se me apartaba de ante el rostro,
      Así tanto impedía mi camino
      Que muchas veces intenté el retorno.
      Tiempo era el principio matutino,
      Y remontaba el sol con las estrellas
      Que eran con él, cuando el amor divino
      Movió al principio aquellas cosas bellas;
      Tal que de esperar bien me dio ocasión,
      De la fiera de piel pintada aquella,
      La hora del tiempo y dulce la estación:
      Mas no sin que temor no me infundiese
      La aparecida vista de un león.
      Este semblaba contra mí viniese
      Con la testa alta y apetito fiero,
      Que el aire parecía le temiese;
      Mas una loba, que de todo anhelo
      Parecía cargada en su magrura,
      Y vivir mucha gente hizo con duelo,
      Esta causóme turbación tan dura
      Con el temor, nacido de su vista,
      Que perdí la esperanza de la altura.
      Y como aquel, que con placer aquista,
      Y llega el tiempo que perder le haga,
      Que en todo su pensar llora y se atrista,
      Tal me hiciera la fiera de paz falta,
      Que, viniendo a mi encuentro, poco a poco,
      Me rechazaba allí donde el sol falla.
      Mientras retrocedía al lugar hondo
      Ante mi vista se hizo descubierto
      Quien mudo pareció en lo silencioso.
      Cuando yo le miré en el gran desierto,
      "Apiádate de mi -le grité al mismo-,
      Quienquiera seas, sombra u hombre cierto."
      Respondióme: "Hombre no; hombre ya he sido,
      Los que diéronme el ser fueron lombardos,
      Y ambos por patria a Mantua la han tenido.
      Nací sub Julio, bien que un poco tardo
      Y viví en Roma, bajo el buen Augusto,
      En tiempos de engañosos dioses falsos.
      Poeta he sido, y yo canté del justo
      Hijo de Anquises, que volvió de Troya
      Después que fuese el soberbio Ilión combusto.
      Mas, ¿por qué a tanta pena tú retornas?
      ¿Por qué no vas al deleitoso monte
      Que es principio y razón de dicha toda?"
      "¿Eres tú aquel Virgilio, aquella fuente
      Que tan gran río en el hablar difunde?
      -Le respondí con vergonzosa frente-.
      ¡Oh, de los otros poetas honra y lumbre!
      Válgame el largo estudio y grande amor,
      Que a mí buscar me han hecho tu volumen.
      Eres tú mi maestro, eres mi autor:
      Eres tú solo aquel, de quien yo hurto
      El bello estilo, que me ha dado honor.
      Mira la bestia por la cual yo huyo:
      De ella, famoso sabio, has de ayudarme,
      Que me hace estremecer venas y pulso."
      Te conviene seguir distinto viaje,
      -Dijo, después de ver que yo lloraba-,
      Si quieres huir de este lugar salvaje:
      Porque esta bestia, por la cual tú clamas,
      No deja que otro pase por su vía,
      Mas tanto se lo impide que lo mata;
      Y es su natura tan malvada e impía
      Que su rabiosa gana nunca llena,
      Y ha más hambre al comer que antes tenía.
      Con muchos animales se empareja,
      Y aún serán muchos más, hasta que el Veltro
      Vendrá, y hará que con dolor se muera.
      Este no comerá tierra ni peltro,
      Pero si amor, virtud, sabiduría,
      Y su patria estará entre Feltro y Feltro;
      Será salud de aquella humilde Italia,
      Por quien murió la virginal Camila,
      Euríalo y Turno y Niso en la batalla.
      Este la cazara por cada villa,
      Hasta arrojarla dentro del infierno,
      Del que al principio la sacó la envidia.
      Mas ahora por tu bien pienso y discierno
      Que tú me sigas, yo seré tu guía:
      Te sacaré de aquí a un lugar eterno,
      Donde oirás espantosa gritería:
      Verás viejos espíritus en duelo,
      Que todos la segunda muerte ansían;
      Luego aquellos verás, que están contentos
      En fuego, porque esperan la llegada
      Entre los alabados, a su tiempo:
      A los cuales, si tú ascender desearas,
      Otra alma te quiera que yo más digna,
      Te dejaré con ella cuando parta:
      Que aquel Emperador, que reina arriba,
      Porque yo con su ley rebelde me hice,
      No quiere a su ciudad por mí la ida.
      En toda parte impera y allí rige,
      Allí está su ciudad y su alto asiento:
      ¡Dichoso aquel, que al lado suyo elige!"
      Yo le dije: "Poeta, te requiero
      Por ese Dios que tú no conociste,
      Para huir de este mal o más adverso,
      Que me lleves allá donde dijiste,
      Tal que yo vea la puerta de San Pedro
      Y aquellos que tú dices ser tan tristes."
      Anduvo entonces, y seguí postrero.
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    Oltre la spera
      (Traducción de Carlos López Narváez)

      Allende el orbe de rodar más lento
      Llega el suspiro que mi pecho exhala:
      Nuevo intelecto con que Amor escala
      Célica altura en alas del lamento.

      Cuando alcanza la cima de su intento
      Ve la Mujer que otra ninguna iguala
      Por su esplendor: a quien todo señala
      De Amor para el más alto rendimiento.

      Viéndola así, con voz sutil, ardiente,
      Amor le habla al corazón doliente
      Que lo interroga y no comprende nada.

      Soy yo quien me hablo a mí y ante la bella
      Membranza de Beatriz, todo destella
      Y lo entiende mi mente iluminada.
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    Saludo a Beatriz
      (Traducción de Clemente Althaus)

      Tan honesta parece y tan hermosa
      Mi casta Beatriz cuando saluda,
      Que la lengua temblando queda muda
      Y la vista mirarla apenas osa.

      Ella se va benigna y humillosa
      Y oyéndose loar, rostro no muda
      Y quien la mira enajenado duda
      Si es visión o mujer maravillosa.

      Muéstrase tan amable a quien la mira
      Que al alma infunde una dulzura nueva
      Que sólo aquel que la sintió la sabe.
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    Soneto XL
      (Traducción de Carlos López Narváez)

      Peregrinos que vais meditabundos
      Tal vez en algo que no veis presente:
      ¿Venís desde una tan remota gente
      Que os miro, con agobios tan profundos
      Y sin llanto en los ojos errabundos,
      Ir a través de la ciudad doliente,
      Como si ciego, sordo, indiferente,
      La viera vuestro ser desde otros mundos?
      Me dice el corazón entre lamentos
      -Parad por escucharlo unos momentos-
      Que al salir d'ella os seguirá el quebranto.
      Ya su Beatriz sólo es celeste sombra,
      Y de toda palabra que la nombra
      Fluye un acerbo manantial de llanto.
    Arriba

    Tanto gentile
      (Traducción de Carlos López Narváez)

      Tanto es gentil el porte de mi amada,
      Tanto digna de amor cuando saluda,
      Que toda lengua permanece muda
      Y a todos avasalla su mirada.
      Rauda se aleja oyéndose ensalzada
      -Humildad que la viste y que la escuda-,
      Y es a la tierra cual celeste ayuda
      En humano prodigio transformada.

      Tanto embeleso el contemplarla inspira,
      Que al corazón embriaga de ternura:
      Lo siente y lo comprende quien la mira.

      Y en sus labios, cual signo de ventura,
      Vagar parece un rizo de dulzura
      Que el alma va diciéndole: ¡Suspira!
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    Tutti li miei penser
      (Traducción de Carlos López Narváez)

      Sabe sólo de Amor mi pensamiento;
      Por él y en él lo tengo tan cambiante:
      De Amor la potestad lo lleva amante,
      O a loco razonar, su valimiento.

      Me infunde en la esperanza dulce aliento,
      O acerbo lloro en onda desbordante;
      Tan sólo se unifica si tremante
      Mi alma de pavor se ve un momento.

      Y así mi suerte ignoro en la contienda,
      Y no querer decirlo y que lo diga:
      Vagando voy en amorosa erranza...

      Y si con todos he de hacer alianza
      Vano será clamarle a mi enemiga
      -La insensible Piedad- que me defienda.
    Arriba

    Vede perfettamente
      (Traducción de Carlos López Narváez)

      Bien sabe a cuál saluda y reverencia
      El que vea entre damas a la mía;
      Todas ellas hacerle compañía
      Tienen de Dios como gentil clemencia.

      De su beldad es tanta la excelencia
      Que envidias no despierta, ni falsía:
      Bien antes, galanura y ufanía
      -Dones de Amor- afinca su presencia.

      De su redor dimana mansedumbre
      Y así vestidas de su misma lumbre,
      Cada una, sintiéndolo, se honora.

      Fue siempre todo en Ella tan luciente,
      Que nadie, suspirando dulcemente,
      Podrá olvidar su gracia arrobadora.
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