Agustina Andrade

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    Información biográfica

  1. A un boyero
  2. Después del triunfo
  3. Nuestras almas
  4. Lágrima


Información biográfica
    Nombre: Agustina Pastora Andrade González
    Lugar y fecha nacimiento: Gualeguaychú, Entre Ríos, Argentina, 9 de agosto de 1858
    Lugar y fecha defunción: Témperley, Buenos Aires, Argentina, 10 de febrero de 1891 (32 años)
    Ocupación: Escritora, poeta

    Fuente: [Agustina Andrade] en Wikipedia.org
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    A un boyero
      ¿Qué voz, qué armonía, qué ráfaga leve,
      Cantor de las islas, esperas oír,
      Que siempre pareces ansioso, anhelante,
      Temblando al murmullo del aura sutil?

      ¿Esperas? Sí, esperas, lo dice a mi alma,
      Que sufre y espera, tu triste actitud;
      Esperas mensajes de seres ausentes,
      ¡Te afligen y enferman las nieblas del Sud!

      ¿Qué extrañas? El sauce de frondas sonoras,
      El claro arroyuelo de limpio cristal,
      La tosca canoa que ataba el isleño
      Con lazos de ibira, del verde juncal?

      ¿Extrañas el nido que el viente hamacaba,
      Que a veces las ondas con furia azotó,
      Colgado cual viejo jirón de bandera
      Del trémulo gajo del alto timbó?

      ¡Ah, lejos, muy lejos, quedó la espesura
      Que oyó tus primeros cantares de amor;
      En vano te agitas, esperas en vano,
      No oirás de las selvas el dulce rumor!

      No es ruido de hojas, ni tumbos de olas,
      Lo que oyes, boyero, con triste ansiedad:
      Es del mar humano la ronca marea,
      De torvas pasiones el rudo huracán.

      ¡También yo he dejado muy lejos el nido
      A cuyo suave, gracioso vaivén,
      Canté a la esperanza con dulces acentos,
      A Dios y a mis padres queridos canté!

      ¡Hermano! Suframos. ¡Hermano! Esperemos,
      No hay noche sin alba, ni eclipse inmortal;
      Cantemos, que el alma se embriaga cantando
      ¡Y los dos tenemos el don de cantar!
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    Después del triunfo
      A eso llaman triunfar: palmas y gritos,
      Algunos ramos de venal laurel,
      Y después... ¡el silencio y el olvido!
      ¿Y después? ¡Oh, qué horrible es el después!

      Abrir el corazón, verter sin tasa
      El perfume y la miel;
      ¡Arrostrar la mirada indiferente
      De las turbas sin fe!

      Todo eso, ¿para qué? ¡Para que algunos,
      Con grosera avidez,
      Le claven los anteojos a la autora
      Y la aplaudan después!

      ¡Si eso es triunfar, la gloria es el martirio,
      La gloria es la embriaguez!
      ¡Vale más la sonrisa de mi madre
      Que el más rico laurel!
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    Nuestras almas
      Dos suspiros que se juntan
      En el camino del cielo,
      Porque brotan de dos pechos
      Que sienten el mismo anhelo;

      Dos blancas perlas del alba
      Que en el cáliz de las flores
      Se buscan, para volverles
      Sus perfumes y colores;

      Dos azules nubecillas
      Que se unen allá en los cielos
      Para contemplar la luna
      Y envolverla entre sus velos;

      Dos arpas que alegres riman
      De amor iguales poemas,
      Y tristes si una está triste,
      Buscan siempre iguales temas;

      Dos aves que a un tiempo cantan,
      Dos arroyos que murmuran,
      ¡Eso son nuestras dos almas,
      Que eterna dicha se auguran!
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    Lágrima
      Del Uruguay a la orilla
      En una noche de estío,
      Una rosada azucena
      Vi bordada de rocío.

      Que ruborosa inclinaba
      Su cáliz hacia otra flor,
      Para dejarle una gota
      De rocío temblador.

      Ya la flor que había quemado
      Con su ardiente rayo el sol,
      La halló alegre y sonriente
      El vespertino arrebol.

      Así en las almas que lloran,
      Tan tristes como esa flor,
      Suele descender un día
      Una lágrima de amor.

      Y como despierta el ave
      Cuando ruge el aquilón,
      Despierta el alma dormida
      Temblando de inspiración.
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